miércoles, 11 de mayo de 2011

viernes 06 Mayo 2011

Viernes de la II Semana de Pascua

Evangelio según San Juan 6,1-15.

Después de esto, Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?".
Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada".
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo".
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada. Sí, Señor, debemos ir a recoger los pedazos esparcidos que están fuera del canasto para que nada se pierda. Debemos recoger lo que el mundo considera sobrante: los pobres, los enfermos, los ancianos, los niños, los discapacitados, los niños por nacer, los adictos, los encarcelados. Tomemos lo que el mundo detesta para que no se pierda nada,porque esos "panes de Dios" que están maltrechos, partidos, hechos trizas, en fin, sobrantes, esos son "panes de Dios" y Dios quiere que nada se pierda. Tomemos esos panes, recuperémoslos. Habrá que quizás limpiar algunos, recortar otros, volverlos a cocer, acomodarlos, y todo con sumo cuidado, con el amor de una madre, con el amor de Dios. Que nada se pierda, Señor. Y que siempre vea qué se está perdiendo.

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