jueves, 26 de mayo de 2011

miércoles 18 Mayo 2011

Miércoles de la IV Semana de Pascua

Evangelio según San Juan 12,44-50.

Jesús exclamó: "El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió.
Y el que me ve, ve al que me envió.
Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.
Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.
El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.
Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar;
y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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La unión mística entre el Padre y el Hijo. Un solo Dios. Falta el Espíritu Santo, que en cierta manera lo estás nombrando al hablar de la íntima y profunda unión que hay entre Tí y el Padre: eso es el amor entre ustedes, eso es el Espíritu Santo. Y Tú no nos juzgas, sino que buscas nuestra salvación. ¡Qué hermoso es el rostro de mi Amado que brilla en su Misericordia! La misericordia es la más bella expresión de amor. Es latir al uníssono dos corazones, el mismo latir, el mismo sentir, el mismo dolor, la misma alegría. En verdad Tú no nos juzgas. Pones a nuestro alcance mil formas de salvación y haces que las cosas malas que hacemos se trnsformen en una posterior ocasión de hacer el bien para compensar nuestra ofensa. Y qué cierto que es Tu Palabra la que nos juzgará. Porque quien desconoce la Plabra, no será juzgado y será salvado el último día, pero nosotros seremos juzgados dos veces: por cómo segumos Tu Palabra y por cómo la anunciamos. ¡Qué acierto el de Aparecida que la santidad está en el camino de ser discípulo misionero! Porque no basta cumplir tu Palabra, sino que debemos anunciarla al mundo para que te conozca; y no basta anunciar, sino no cumplo Tu Palabra. Pero ahora que lo pienso, ¿anuncia realmente tu Palabra quién no la cumple? En verdad que no. Entronces, el verdadero discípulo es el que anuncia con su vida, su palabra y sus obras, la Palabra de Dios. Amén.

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