miércoles, 30 de marzo de 2011

miércoles 30 Marzo 2011

Miércoles de la III Semana de Cuaresma


Evangelio según San Mateo 5,17-19.

No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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Jesucristo es la Palabra que viene a dar cumplimiento al Antiguo Testamento. Toda enseñanza del Antiguo Testamento está subsumida en sus enseñanzas. Él las dice con una voz nueva, las explicita y las resume en su Nuevo Testamento, en la Nueva Alianza de Amor que se firma con su sangre en el madero de la Cruz y sella con su Vida que la da para la Nueva Vida de todos. Esa Nueva Alianza, que contiene todos los mandamientos, toda la Ley, todos los Profetas, todas sus Bienaventuranzas es esta: " Les doy un Mandamiento Nuevo: Ámense los unos a los otros como Yo los he amado". Dar nuestra vida por la vida del otro es la plenitud de la Ley: es el Amor lo único necesario.

Y yo, Señor, sentada aquí, sí, es verdad con mi brazo roto. Pero, ¿Qué he hecho yo hoy por el otro? ¿En qué amé hoy? Es verdad, hay días que Tú me dices (y me lo dices directamente a través de tus sacerdotes u otras personas) que debo descansar, que ahora es tiempo de dedicarme a mí. Para cobrar fuerzas y poder volver a la batalla del servicio. Pero aún me siento en falta. Enséñame la humildad de poder saber cuándo es el tiempo del descanso y cuándo el tiempo del trabajo, y aceptar cuando mi cuerpo no puede más.

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