viernes, 11 de marzo de 2011

viernes 11 Marzo 2011

Viernes después del Miércoles de Ceniza


Evangelio según San Mateo 9,14-15.

Entonces se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
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"Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán". Ése es el ayuno de nuestra vida. El ayuno de la espera de tu Parrusía. Ayunamos porque has ascendido a los Cielos y no podemos aún tomarte de la mano, tu mano humana, mirarte a los ojos, acariciarte los cabellos y recostarnos sobre tu hombro. Ése es nuestro ayuno. El ayuno de Tu presencia total. Pero en tu bondad estás siempre con nosotros en la Eucaristía. Allí estás presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Allí está Tu Presencia Real y Eterna. Y allí nuestro ayuno se corta. Y entonces, mi Señor, puedo tomarte de la mano, cuando te depositan sobre mi palma; puedo mirate a los ojos, cuando el sacerdote te eleva a los Cielos; puedo acariciarte los cabellos, cuando te tomo entre mis dedos y te llevo a mi boca. Y mi boca te besa y ya somos uno. Y puedo finalmente recostarme en tu hombro, cuando pongo mi rostro entre mis manos mientras saboreo el dulce gusto que Tu Pan, Tu Cuerpo, ha dejado en mi boca. Y todo Tú me llenas y soy tuya. Y siento Tu Vida penetrar la mía y Tu Ser de Amor Perfecto me invade y me eleva hasta donde estás, con tu Padre, a la derecha.
Señor, no importa cuanto ayune. Dame el ayuno más duro, el que más duela, si eso más a Tí me acerca. Amén.

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