martes, 1 de marzo de 2011

Lunes 28 de fbrero de 2011
Evangelio según San Marcos 10,17-27
.Lunes de la VIII Semana del Tiempo Ordinario



Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?".
Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.
Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre".
El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud".
Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".
El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!".
Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!.
Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios".
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible".


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"Para Él todo es posible". Las cosas materiales nos atrurden. No sólo llenan un espacio material sino que llenan un precioso espacio de nuestro corazón. Nuestra inteligencia y voluntad terminan siendo consumidas por nuestro afán de conservar lo material y, si es posible, acrecentarlo. Por eso, Señor, Tú me dices que sólo tenga lo necesario para vivir. Por que todo lo demás es vanidad de vanidades. Pero qué difícil, Señor, en estos días, ayunar de esas cosas que se nos muestran, nos tientan, nos incitan al poseer material, cuando todo poseer valioso comienza y termina en Tí. Pero nada es imposible para Tí.

Seño´r, confío en que cuando mis fuerzas flaqueen y me vea tentada a acumular lo material, Tú, de manera suave o bien enérgica, quites de mí lo que me aleje de Tí. Que en mi corazón y en mis manos sólo acumule amor, pero no para guardarlo, sino para darlo a todos, sin mirar a quien, ni tener recelo del cómo ni el cuando. El amor se da cuando se necesita, no cuando se tiene ganas, porque entonces no es amor, no es nada.


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