domingo, 3 de abril de 2011

jueves 31 Marzo 2011
Jueves de la III Semana de Cuaresma
Evangelio según San Lucas 11,14-23.
Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.



Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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La fuerza del dedo de Dios. Señor, con la fuerza del dedo de Dios, del Espíritu Santo, Tú haces grandes todas las cosas. Tú construyes lo que es bueno y destruyes lo malvado. Tú eres el Fuerte del Reino. Allí me escudaré. Tú serás mi escudo, el muro en que me cobije. Y nadie podrá lastimarme porque Tú me proteges. Quiero ser tierra de tu dominio, en donde entierres tu semilla y pueda dar fruto del bueno. Planta tu bandera en mi corazón. Tú serás mi dueño y yo tu servidora. La servidora acompaña al dueño a todas partes y está a su servicio, disponible en todo momento. Déjame ser tu servidora, servidora de tu Reino. Pero también déjame ser tu escudero, déjame que las lanzas que quieran herirte a mí me hallen. Déjame acompañarte, y al hacerlo, yo seré la acompañada. Servir al Amor, eso quiero. Porque Tú eres el único Amor Verdadero. Tú tienes la fuerza del Espíritu. Rózame con el dedo de Dios, Amado Mío, y despiértame que ya es hora de emprender el camino, llevar tu Palabra, cosechar contigo.

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