viernes, 25 de marzo de 2011

jueves 24 Marzo 2011

Jueves de la II Semana de Cuaresma

Evangelio según San Lucas 16,19-31.

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.
A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro,
que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.
Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'.
'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'.
El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre,
porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'.
Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'.
'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'.
Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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La palabra clave aquí es "escuchar". ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS. No oír, no leer, no pasar nuestros ojos, sino escuchar. Escuchar es oír con atención. Esto es, atender: dejar de lado todo lo que estábamos haciendo y concentrar nuestra atención en eso que se nos está diciendo. Ése es el primer paso. Después habrá que internalizar lo escuchado, apropiárselo, discernir el contenido. Discernir tiene que ver con el acto de cernir: así como cuando deseo preparar la más exquisita y fina de las tortas, debo cernir la harina una y otra vez, mezclarla con otros elementos que ya poseo, e ir separando lo grumoso y poco a poco hacer de esa harina gruesa una lluvia fina que permitirá que mi alimento sea liviano, sabroso y fácil de digerir, lo mismo debo hacer con lo escuchado: mezclarlo con escuchas anteriores, ir quitando capa por capa de las palabras hasta llegar a lo que no es palabra escrita ni oída, sino verdadera PALABRA DE DIOS. El verdadero mensaje. Esto me permitirá entenderlo, ya que Dios no quiere salvar al hombre sin el hombre, y desea que use de su raciocinio para que la PALABRA DE DIOS se haga vida en los hombres. Y ése es finalmente el último paso, encarnar la Palabra. Y aquí entrará nuestra voluntad, auxiliada por la gracia. Y Moisés y los PROFETAS serán parte de nosotros y seremos Biblias vivas, de carne y hueso, de sangre y alma, que alaben al Señor.

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