lunes, 7 de marzo de 2011

lunes 07 Marzo 2011

Lunes de la IX Semana del Tiempo Ordinario


Evangelio según San Marcos 12,1-12.

Jesús se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía. Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías. De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes. Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros. Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: 'Respetarán a mi hijo'. Pero los viñadores se dijeron: 'Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra'. Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros. ¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?". Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
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Señor, Tú eres el dueño de la viña. Tú me nombras viñadora: me dices: "Toma la tierra que pongo a tu alrededor, planta en ella la semilla de mi Palabra, cuida mi viña, con tus propias manos arala, introduce tus dedos en la tierra con amor y airea la tierra, saca uno por uno los gusanos, sin tironear, suavemente, con ternura, no sea que maltrates la raíz y la planta se seque. Limpia la planta frecuentemente, aún con tus lágrimas, dale a beber mi Agua, el Agua de la Vida. Cúbrela para que no se queme con fuegos extraños pero no la hogues, dejala respirar libremente, que sienta el viento del Espíritu y la lluvia fresca del amor de mi Padre. Cuídala como Yo la cuidaría. Y cuando llegue el momento de la cosecha, Yo estaré allí junto a Tí, para tomarla. Tú me la ofrecerás y con ella, con los frutos de esas uvas rojas, rebosantes y brillantes, haremos juntos un buen Vino, Vino que será mi Sangre, mi Cuerpo y mi Sangre. Y beberemos todos en una gran fiesta sin final. Y mis viñedos que tú cuidaste los regaré con mi Sangre y serán benditos. Y esparcirán sus semillas al viento, la semilla de mi Palabra, convirtiéndose ahora ellos en nuevos viñadores de mis otros viñedos. Siembra mi Palabra, cuida mi Viña". Amén.


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