domingo, 20 de marzo de 2011

sábado 19 Marzo 2011

Evangelio según San Mateo 1,16.18-21.24.

Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa,


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
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San José, hombre del silencio, hombre de la obediencia sin medida, custodio de Jesús Niños, esposo fidelísimo de María Virgen. ¡Cuánto amor, San José querido, cuánto amor! Por que a mucho te expusiste, porque mucho amaste, porque mucho creíste, ya vives para siempre en el Cielo junto a tu Esposa Amada y tu Hijo Adoptivo y Señor.
Y la llevaste a tu casa. Virgen Madre, lunita de mi Cielo. Y te llevó a su casa. Primero José, tu esposo. Y años después, partida de dolor por la Espada que atravesó tu corazón (¿qué peor espada puede atravesar el corazón de una madre que la muerte de su hijo? Las madres mueren con sus hijos. Sus vidas comienza en sus entrañas y esa unión perdura hasta siempre), fue Juan, el discípulo amado que te llevó a su casa. José empezó el camino, Madrecita del alma. Después tu Hijo le pidió a Juan que hiciera lo mismo. Y ahora tu Hijo nos pide que esa sea tu cas: nuestra casa. Y que para cada uno el final sea el mismo: y desde ese día, te llevamos a nuestra casa. Quedate con nosotros Virgencita de amores, quedate con nosotros y junto con San José enséñanos a hacer siempre lo que tu Hijo nos pida. Virgencita dulce, acércanos a tu Hijo y no dejes nunca de ampararnos y guiarnos hacia ese lugar dónde Tú, mi bella Reina, estás junto a San José y a Tu hijo, mi Rey, mi escudo, mi roca, mi baluarte.

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