viernes, 8 de abril de 2011

jueves 07 Abril 2011


Jueves de la IV Semana de Cuaresma


Evangelio según San Juan 5,31-47.


Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios? No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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La gloria de Cristo viene de Dios. Él es la Verdad, y la gloria, el amor, el Camino, la Verdadera Vida. Muchas veces miramos a los demás para no mirarnos a nosotros mismos. Tememos no encontrar aquello de lo que nos vanagloriamos. Una de las cosas de las que más se vanagloria el hombre es de su amor y su bondad. Pero sólo en la humildad se halla amao r y bondad. Entonces, el que ame de verdad, que se arroje a los pies de su Salvador, y le ruegue tener un corazón puro, manso, paciente y dulce como el suyo, que su Amor lo invada para que pueda tener ese Amor dentro de sí. El que ama de verdad a Cristo más amor quiere tener para darlo a los demás. Y todo sacrificio es poco para tenere el corazón de Cristo. En el amor que duele, allí está el verdadero amor. En el amor que se entrega, confía, espera, da sin esperar nada a cambio, allí está el verdadero amor. El que ama sin ver, sin pedir muestras de amor, el que ama porque siente dentro de él un torrente que lo desborda, ése es el que se está acercando cada vez más a Cristo y a su Reino. Amén.

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