viernes, 22 de abril de 2011

jueves 21 Abril 2011

Jueves Santo en la Cena del Señor

Evangelio según San Juan 13,1-15.

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo,
sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios,
se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.
Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?".
Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás".
"No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!". Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte".
"Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!".
Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos".
El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: "No todos ustedes están limpios".
Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy.
Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.
Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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Jueves Santo. Comienzo del Triduo Pascual. Última Cena del Señor. Conmemoramos la Institución de la Eucaristía, del Sacerdocio y del Servicio. Día del Mandamiento del Amor: "Ámense los unos a los otros como Yo los he amado".


Y te quedaste con nosotros. Tan gran amor no podía quedar en tan sólo un recuerdo. Tú quisite quedarte con nosotros para siempre, hasta el final, el fin de los tiempos. Y te quedaste con nosotros. Y te hiciste Pan para la Vida del mundo. O más bien transformaste ese pan en tu Cuerpo y ese vino en tu Sangre. Y te quedaste con nosotros. Ya no habrá más soledad, ni miedo, ni angustia. Tú estás allí, esperándonos siempre, acompañándonos en el camino, eres la Luz Eterna que siempre estará brillando, mostrándonos adónde ir. Y te quedaste con nosotros. Gracias, Señor, por quedarte en la Eucaristía, en tus ministros. Y gracias porque crees tanto en nosotros y nos amas que nos diste el mismo Amor con que Tú nos amas para mar a los demás. Ya no amamos más con amor humano, sino que somos capaces de amar con amor divino, amor de misericordia, amor inalterable, amor incondicional, amor que se abre, que se entrega, que muere para la vida del prójimo. Gracias, Señor, por todo. Gracias, Señor. Amén.

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