miércoles, 13 de abril de 2011

sábado 09 Abril 2011

Sábado de la IV Semana de Cuaresma

Evangelio según San Juan 7,40-53.

Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta". Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?". Y por causa de él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él. Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?". Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre". Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita". Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: "¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?". Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta". Y cada uno regresó a su casa.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

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Los prejuicios. ¡Cuántas veces, Señor, nos dejamos ganar por los prejuicios! Antes de escuchar nada de alguien, lo sometemos a juicio o por su apariencia o por su procedencia o por su pasado o simplemente juzgamos por nuestros pensamientos, nuestras suposiciones. Tú nos has dicho: "No juzguen y no serán juzgados". Pero, Tú tenías que pasar por esto, Amado mío, para mostrar que al Amor nada lo vence, que al mal lo vence el Amor. Que la paciencia y la humildad del Cordero debe ser la actitud del cristiano. ¡Cuánto amor nos tienes, Jesús mío, para soportar por nosotros tantas infamias! Ni se peocuparon por saber de dónde venías o qué decías. El poder, ah, el poder. El poder corrompe a los hombres. Ojalá entendiéramos que no hay superiores ni inferiores sino sólo hermanos. Gracias por sufrir por nosotros. Señor, y gracias por enseñarnos a soportar en silencio las tribulaciones de la vida. Amén.

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